Porqué no los castigos
Llevamos ya muchas generaciones “educadas” desde el miedo.
El castigo y el miedo como consecuencia no produce aprendizaje, hay que decirlo y resistirlo.
Generar miedo somete, reproduce obediencia sinsentido, nos mutila de un plumazo la creatividad como una forma de producción genuina y necesaria.
Nos sume en la espera de la aprobación ajena.
Nos deja pegaditos al despiadado “que dirán”. Masifica y nos acorrala dentro de un rebaño amorfo, obligándonos a renunciar a nuestros gustos e intereses.
Sí, nos da la falsa sensación de “estar a salvo” pero sin brillo, en un océano de insatisfacciones por no poder siquiera, saber qué nos gusta en realidad.
Nos obliga a hacer o no por temor a la represalia, dejando en el camino los auténticos intereses.
La cultura del miedo nos atraviesa desde temprano:
- El último que llega tiene cola de perro.
- El que habla tiene menos nota. Sí, el que habla.
- ¿Otra vez vas a preguntar lo mismo? Ya lo hablamos la semana pasada.
- “Los mejores” llevarán la bandera. “Los peores” repetirán de grado.
Seguimos reproduciendo generaciones que no se animan a preguntar. Y esto es grave.
Desterrando así la curiosidad, base de la investigación, la vivencia y el aprendizaje.
Seguimos reproduciendo, en suma, jóvenes que todo lo tienen que saber y que deben mostrarse falsamente sin fisuras.
Cuando el maravilloso poder del “no se, investiguemos juntos”, construye puentes sólidos y colectivos, donde todos estamos habilitados a participar.
Te leo