Existe la sana competencia?

Existe la sana competencia?

Paola Minetti
Psicóloga
 

Es real la posibilidad que cuanto antes “entrenemos” a nuestros niños en un sistema que le exige siempre sobresalir o destacarse serán exitosos? En todo caso, cómo medimos el éxito?

María Montessori hablaba de crear un “ambiente en comunidad” como uno de los pilares fundamentales del ambiente preparado. Cuidar que la solidaridad genuina en la infancia surja, crear o mejor dicho ser las guardianas para que esto suceda debe ser nuestra tarea.

Tenemos tan arraigadas nuestras costumbres competitivas que las usamos todo el tiempo, hasta en ocasiones sin siquiera saber que las estamos usando y sin medir la exigencia que estamos cargando sobre nuestros niños.

Frases “sonsas” como: “El que llega primero” “El que primero hace silencio” “El que mejor se sienta” “El primero que termina” (esta frase es terrible, porque además de la competencia se sobrevaolra la rapidez) O dar fundamental trascendencia al sistema de calificaciones escolares (vean el post de los malos alumnos) Un sistema rebuscado que promete la falsa idea del éxito en la vida al obediente, rápido y memorioso.

La competencia los aleja de lo esencial, de poder distinguir aquello que le produce satisfacción por el solo hecho de transitarlo. Desviamos el objetivo y mostramos que no importa si te gusta, lo disfrutaste o si es necesario pensar algunas cuestiones sobre tal o cual actividad. Lo más importante es llegar antes que el compañero, anular el error que pudiera producirse y no colaborar si alguien necesita ayuda por ejemplo en una evaluación. Cuando, inmediatamente después también y con la misma cara, les pedimos que deben ser solidarios y compartir.

Este es el triste mensaje que damos, luego arrastramos estos “vicios” de adultos y nos lleva muchos años para dar ahí, en el blanco, distinguir y hacer lo que nos gusta, ya sea como trabajo o pasatiempo.

En los primeros años de vida, dar herramientas válidas de resolución de conflictos y brindar recursos emocionales es aquello que como adultos criando o acompañando, no debemos perder de vista. Ya les tocará inevitablemente en este mundo de brutal velocidad ponerse a competir, que no tengo dudas, que un niño emocionalmente contenido podrá sobrellevar sin mayores conflictos.

Un pensamiento crítico (me refiero no a la obediencia por la obediencia misma) y tener la conciencia de identificar sus malestares emocionales cuando acontezcan es poder salirse del rebaño y saltar el redil para acompañar con bailes, actividades físicas, lecturas, escrituras, miradas sencillas, placeres diarios, es el valioso aprendizaje que ofreceremos. El resto está todo en google y si no está, estará pronto.

Saber, que desde que somos parte de este inevitable sistema social nos obliga a renuncias constantes, pero si renunciamos a los lazos de amor, besarnos, cuidarnos y respetarnos, este mismo sistema del que queremos ser parte nos fagocita y también a nuestras crías.

No nos apuremos, que cuando sean mayores lo inevitable acontecerá y si los encuentra emocionalmente contenidos, ellos podrán con lo que elijan. Mientras tanto, confiemos en nuestros hijos. “Antes no es mejor” y si no están psíquicamente listos, hace daño.

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